La cirugía es una opción eficaz para corregir la presbicia a partir de los 55 años

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operación presbicia

¿A qué edad se puede operar la presbicia?


La presbicia es un problema de la vista directamente relacionado con el proceso natural de envejecimiento, lo que significa que prácticamente nadie se libra de ella. Esta dificultad para ver de cerca aumenta con la edad, de ahí que los expertos aconsejen esperar hasta su estabilización (en torno a los 55 años) para recurrir a la cirugía. 
 

La presbicia, también denominada “vista cansada”, es una alteración óptica y visual que se desarrolla como consecuencia del envejecimiento del cristalino. Según se explica desde la Sociedad Española de Oftalmología, el cristalino es la lente natural transparente que hay dentro del ojo (ubicada detrás de la pupila). Cuando intentamos aproximar objetos que se encuentran cercanos y a media distancia (la pantalla del ordenador, un libro), nos permite modificar su forma, consiguiendo así un enfoque óptimo de las imágenes (acomodación), tanto de cerca, como de lejos, y ejerciendo su función de lente intraocular.

El hecho de que el cristalino deje de “funcionar” correctamente es debido al proceso natural de envejecimiento. De hecho, la palabra “presbiciaprocede del término griego que significada “ojo viejo” y que hace que la composición del cristalino vaya modificándose, volviéndose rígido y menos flexible. Como consecuencia de ello, su función de enfoque disminuye o llega a perderse, y es entonces cuando se habla de presbicia.

Se estima que este problema ocular afecta prácticamente el 100% de las personas mayores de 45-50 años, aunque puede aparecer antes (alrededor de los 38 años). Además de la edad, hay otros factores que pueden acelerar la aparición y la gravedad de los síntomas:
  • La genética, que determina la pauta individual de envejecimiento.
  • El tipo de actividad diaria habitual. Por ejemplo, pasar buena parte de la jornada leyendo o frente a la pantalla del ordenador favorece que la presbicia se desarrolle antes.
  • Aspectos ópticos del ojo: las personas miopes tienden a padecer la presbicia más tarde que las diagnosticadas de hipermetropía.


“Estirar el brazo” y otros síntomas

  • La principal manifestación de la presbicia es la dificultad para leer de cerca, lo que obliga a estirar los brazos mientras se sujeta un texto, para alejarlo y verlo mejor.  
  • Directamente relacionado con lo anterior está la dificultad y, a veces, imposibilidad de leer las informaciones más cotidianas (ticket de la compra, mensajes del móvil, prospectos de medicamentos, contenido nutricional de los alimentos…).
  • Visión borrosa de objetos cercanos.
  • Empeoramiento de la visión cuando hay poca luz.
  • Dolores de cabeza frecuentes.
  • Ojo seco.
  • Sensación intensa de vista cansada y/o de agotamiento -pesadez- en los ojos. 

Los especialistas de la Sociedad Española de Oftalmología apuntan que la evolución de la presbicia varía, desde su inicio, hasta aproximadamente los 60-65 años, que es cuando se considera que alcanza su “estabilidad”. Asimismo, advierten de la mejoría que muchos pacientes experimentan en la visión cercana con el paso de los años y que les lleva a prescindir de las gafas de corrección de la presbicia para hacer actividades como coser o leer. Puede tratarse de un síntoma denominado “segunda visión” y que suele ser la manifestación inicial del desarrollo de cataratas. 


¿Cómo se puede tratar la presbicia?


La mala noticia es que la presbicia no se puede prevenir y tampoco es posible revertir el proceso natural de envejecimiento que la produce. La buena, que hay varias alternativas eficaces para corregir el efecto que produce y mejorar la visión. 

Primer paso: corrección óptica con “gafas de lectura”

Aunque se trata de un problema “normal” y no reviste gravedad, independientemente de las circunstancias y/o preferencias personales, es importante ser consciente de que no corregir la presbicia de forma adecuada supone padecer un menor confort visual.  También acarrea dificultades para realizar muchas actividades de la rutina cotidiana. 

La primera opción es el uso de gafas específicas para la presbicia (las “gafas de ver” o “de lectura”), que ayudan a corregir los problemas de visión de cerca refractando (“doblando”) la luz antes de que ingrese en el ojo.
  • Se trata de gafas monofocales, que sólo enfocan de cerca y tienen distinta graduación positiva (+1, +2. +3), según el nivel de desarrollo de la presbicia. 
  • Se usan para llevar a cabo actividades concretas: leer, coser, pintarse las uñas, maquillarse…
  • Aunque se pueden conseguir en establecimientos de todo tipo, lo adecuado es utilizar unas gafas con graduación específica determinada mediante un examen ocular.


De acuerdo con las recomendaciones al respecto de la Academia Americana de Oftalmología (AAO), este tipo de gafas son la mejor elección para las personas cuyo único problema visual es la presbicia. En los casos en los que ya se utilicen gafas o lentillas para otros problemas (miopía, hipermetropía y astigmatismo), se debe optar por lentes de otro tipo:
  • Bifocales: Corrigen la visión de cerca y de lejos, añadiendo graduación en la zona inferior del cristal.
  • Progresivas: Tienen un cristal homogéneo (a diferencia de las bifocales) y varían la graduación desde la zona superior (visión lejana), a la media (visión intermedia) y la inferior (visión cercana). 

Asimismo, para las personas que no quieren o tienen dificultades para utilizar gafas, existe la posibilidad de corregir la presbicia mediante el uso de lentillas. 


Segundo paso: la cirugía como opción permanente 

En la mayoría de los casos, las gafas para leer son una solución efectiva para corregir la presbicia. Sin embargo, para muchas personas resulta incómodo e incluso incapacitante el hecho de tener que depender de ellas y estar quitándoselas y poniéndoselas constantemente a lo largo del día. 

En estos casos se puede optar por algunas de las técnicas quirúrgicas que permiten la corrección de la vista cansada en casi todos los casos. Es el oftalmólogo quien debe determinar cuál es la más adecuada tras analizar cada situación de forma individualizada.

Desde la Sociedad Española de Cirugía Ocular Implanto-Refractiva (SECOIR) explican que actualmente se utilizan dos tipos de procedimientos de cirugía refractiva para solucionar este problema: 

Las técnicas láser en la córnea. Se basan en la aplicación de láser para moldear la forma de la córnea, aumentando la profundidad del foco, con el objetivo de conseguir una mejor visión de cerca. Dentro de esta técnica hay dos opciones:
  • Láser bilateral: se operan los dos ojos con técnicas similares a las que se utilizan para corregir otros defectos visuales (miopía, hipermetropía).
  • Láser unilateral: se opera un solo ojo con el objetivo de conseguir la “monovisión”. De esta manera, se pretende mantener la mejor visión lejana posible (sin necesidad de recurrir al uso de gafas) para un ojo y la mejor precisión para ver de cerca (también sin gafas), en el ojo contrario. El resultado de este enfoque quirúrgico consigue que el paciente utilice un ojo para sus actividades habituales que requieren visión lejana (ver la televisión, realizar actividades deportivas…), mientras que el ojo operado se emplea para obtener una visión precisa de cerca, y ambos ojos, para las actividades que requieren visión intermedia (cocinar, trabajar con el ordenador…).

El implante de lentes intraoculares. Se trata de un tipo de cirugía que consiste en la extracción del cristalino para implantar en su lugar una lente intraocular graduada para ver de lejos y de cerca (lentes bifocales) o para distancias múltiples lejos-media-cerca (lentes trifocales). Técnicamente es el mismo tipo de cirugía que se emplea para la eliminación de las cataratas e, igual que ésta, es sencilla, poco molesta para el paciente y se realiza bajo anestesia local.

Asimismo, existen otras técnicas de reciente desarrollo, como los implantes corneales, que consisten en realizar mediante láser un minúsculo agujero en el espesor de la córnea de un solo ojo. El objetivo es implantar en ese lugar un dispositivo minúsculo (de 5 micras de grosor) para permitir el enfoque de cerca. Aunque las perspectivas de esta opción son prometedoras, su uso aún no está generalizado.


Mejores candidatos y edad para operarse


Debido a que el tratamiento de la presbicia debe hacerse de forma individualizada, no existen indicaciones generales en cuanto a la edad idónea para someterse a una corrección quirúrgica. La pauta habitual es aconsejar esta opción a partir de los 55 años y no se recomienda operarse antes de los 50 años.

Esto es debido a que, como ya hemos comentado, desde que se manifiestan los primeros síntomas, la presbicia va aumentando poco a poco, alcanzando su “estabilización” entre los 60 y los 65 años. Por ello, es en ese momento cuando tiene más sentido someterse a uno de estos procedimientos quirúrgicos. 

Por otro lado, y concretamente en el caso de la implantación de lentes intraoculares, hay que tener en cuenta que no todos los pacientes son buenos candidatos para someterse a esta cirugía. Es el caso, por ejemplo, de las personas con problemas refractivos en progresión, ya que al no estar estabilizada su pérdida de visión, el resultado puede no ser el esperado. Tampoco está aconsejada en los casos extremos de ojo seco ni en caso de padecer determinadas patologías oculares (glaucoma, degeneración macular, retinopatía diabética).


 
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